Capítulo 1: Mi nombre es Raymundo Mata
Raymundo Mata es un chico que vive en la ciudad de México, está ahí para formar parte de la Organización Internacional de Protección contra los Super, estoy muy nervioso por lo que le pueda pasar, pero... espera, ¿Hizo un plan para no correr peligro? No parece un chico muy elocuente, habrá que ver que le depara el destino, que parece tener muchas sorpresas para él.
En una muy oscura noche de marzo de 2025, se vislumbran destellos que parecen ser explosiones en las entradas de lo que parece ser El Puerto de Veracruz. Hoy no es una noche tranquila, en realidad… no hay noches tranquilas en este mundo, a todas horas, en todos lados siempre hay algo ocurriendo, así como hoy, que de entre tantas explosiones se ve a un hombre con un gran bigote debajo de la nariz más filosa y larga que cualquiera haya visto, sombrero de copa con listón rojo y un traje negro con rayas verdes que poco o nada combina con el resto de su traje.
El trote del hombre es vivaz, sin detenerse, saca de la parte interior de su saco un juego de naipes y comienza a arrojar una a una, las cartas que componían este juego. Salen a gran velocidad y se encajan con mucha fuerza en lo que parecen ser estaciones de gases y combustible y todo el sitio se empapa en gasolina y gas estacionario junto con más químicos inflamables.
—Messie Hope… ¡Ees hogga de igse a dogmig! — Y entonces se giró hacia el desastre que acababa de provocar, frenando en seco y levantando las manos que mostraban un par de guantes color blanco con diamantes, sus manos habían soltado varios encendedores activos que caían de a poco hacia el piso, iniciando un muy poderoso incendio.
Todas las láminas de metal, hojas de periódico y propios naipes que había utilizado durante la persecución comenzaron a apilarse en frente de él en forma de escudo, concentrándose más en el centro, hasta que de golpe una fuerte explosión golpeó al hombre de bigote y lo sacó volando a gran altura, aterrizando al borde de un muelle y por poco cayendo al agua.
—Agg… jeje, ¡Funcionó! — Dijo mientras se bajaba del disco, el cual se había combinado en un gigante plato de aluminio y papel, pues el calor instantáneo de la explosión fue tanto que combinó los materiales al instante.
—¡Jamás huirás, Villano! — Gritó una voz super heroica que retumbó por todo el puerto, voz que fue acompañada por una figura que salía de entre las llamas y se situaba en frente de la luna, que lo hacía lucir solo como una silueta negra de un gran porte, alto, fornido y muy musculoso, con un gran peinado e imponente capa.
La figura que permanecía volando por los aires se infló el pecho de forma melodramática, incluso doblando la espalda hacia atrás y también de forma caricaturesca, arrojó el aire hacia abajo, lanzando un soplido lo suficientemente fuerte para apagar de a poco todas las llamas dejadas por la explosión, dejando ver de nuevo la oscuridad de la noche que revelaba el resto del puerto completamente apagado, como si ninguna explosión hubiese afectado al entorno y sobre todo, los medios de fuga de combustible totalmente sellados a fuerza bruta, interrumpiendo todo escape de combustible o gas.
—Y preferiría que no me llames “Messie hope” — Mencionó la silueta antes de dejarse caer al suelo con un poderoso aterrizaje de superhéroe y mostrar finalmente al héroe que había de frente. Un traje blanco amarillento con detalles dorados en muñecas, cinturón y botas, con una PH en el pecho y un muy vistoso antifaz dorado que cubrían sus ojos, además del peinado con raya de lado que terminaba en punta hacia arriba que hacía lucir su cabello color café con un aire bueno y rebelde a la vez. —Me gusta más el nombre que me dio mi madre cuando descubrí mis poderes.
—¡¡Power Hope!! Ja ¡Ja! — Gritó con entusiasmo alzando el puño y mostrando una gran sonrisa que, gracias a su proliferante y lacia barba, lucían más blancos de lo que eran.
Power Hope se agachó para ponerse en pose de lanzamiento y apenas se paró en el aire para volar, fue interrumpido por otro sujeto de traje completamente negro, con el logo “OIPS” impreso en el pecho que le cayó encima e hizo caer de golpe a Power Hope contra el pavimento.
—Señor Power Hope… le he pedido muchas veces que espere… deje de ignorarme — Le dijo el sujeto con gran vergüenza. Cuando ambos se pusieron de pie, la luz de la luna dejó ver a un hombre de gran musculatura, tez oscura y grandes labios que dejaban ver sus grandes y esperanzados ojos envueltos en emoción y ganas de gritar.
—Perdón. La verdad es que si te ignoraba un poco. — Contestó con vergüenza Power Hope. —La verdad pensé que tendría tiempo de atrapar al villano antes de atenderte, pero veo que es muy escurridizo.
—Es la especialidad de Poker Face, escapar, justo como ya ha hecho, mire. — Le dijo el hombre de la OIPS apuntando al platillo de aluminio totalmente vacío.
—Ahhh, supongo que tendré otra oportunidad más tarde, estaba robando combustible de la gran refinería Continental que construyeron en honor a mí ja ¡Ja! — Dijo con cierto aire de ego fingido que ocultaba cierta pena por mencionarlo. —¿Qué se te ofrece, ciudadano?
—Le quería entregar esto, se lo manda Corea del Sur. — Le dijo de forma cansada el hombre de la OIPS mientras estiraba un papel que Power Hope tomó con curiosidad y comenzó a leer.
—Se le informa que, bla bla bla, por salvar el tren sin permiso estatal, bla bla bla, una multa de ¡¡Mil dólares!? ¿Cómo se supone que salve gente entonces? — Dijo con cierto impacto e indignación Power Hope, dirigiéndose al hombre de la OIPS.
—No sé que decirle, señor Power Hope, pero en la Organización solo nos encargamos de hacer llegar estos papelitos feos.
—Bueno, yo… veré como pago esto. — Dijo con cierto aire de indignación antes de salir volando de nuevo, esta vez dejando un poco cuarteado el concreto del suelo.
En su vuelo, miró a los alrededores y sus ojos cafés tomaron un color miel muy brillante y su pupila creció de forma exagerada, viendo ahora todo con mayor detalle y a mayor distancia, gracias a lo cual se pudo percatar de la figura de un mago francés que corría de forma muy escurridiza por el puerto, tratando de llegar a la carretera.
—Así que te llamas, hmm, ¡Ah! Poker Face. — Y acto seguido, se esclareció la garganta, haciendo que, de nuevo, su gruesa e imponente voz retumbara por todo el puerto.
—¡Alto ahí, Poker Face, tus días de malhechor, por fin han terminado! — Este grito super heroico hizo saltar de golpe al villano quien ya estaba cerca del acuario de Veracruz, el cual estaba recibiendo una reinauguración y estaba rodeado de gente. Ahí irrumpió Poker Face, empujando a diestra y siniestra a todas las personas, sabiendo que Power Hope estaba cerca y lo podía ver. Desesperado, se acercó a una reportera que se encontraba cubriendo la reinauguración del acuario, tomándola por el cuello con una mano y apuntando al resto con su otra mano, en la cual sostenía un as de triángulos.
—¡Atggas todos o le haggé daño! — Gritó el francés, a lo que el camarógrafo intentó dar un paso al frente.
—¡No, sigue grabando! — Gritó la reportera al camarógrafo, el cual, con miedo, procedió a hacer caso y apuntar a la cara de Poker Face.
A la escena terminó acudiendo Power Hope con aún mirada pícara, cae con ambos pies de forma delicada para no caer en ninguna brusquedad que pueda asustar a la gente. En cuanto aterrizó, la mirada de todos cambió al instante, unos sentían alivio, otros esperanza y unos más avispados, se emocionaron por lo que podía estar a punto de pasar.
—Veo que has tomado un rehén, Poker Face, te he de solicitar que liberes a esta damisela en este momento, si no, habrá consec-… ¿Sarah? — Dijo Power Hope al percatarse que la reportera era conocida suya, esta a pesar de encontrarse en una muy incómoda y complicada situación, tuvo el tiempo para contestarle con toda naturalidad.
—Hola, Power Hope, ¿Puedes salvarme ya? — Dijo con cierta indiferencia y molestia hacia el héroe.
—¡Por… por supuesto! No hay nada que temer y tú, villano, irás a la cárcel ahora. — Espetó el superhéroe apuntándole de forma grosera con el dedo y con el tono más teatral posible.
—¡Patggañas! Ninguno de ustedes podgá evitag que le haga daño a esta gepogtegga. — Contestó Poker Face mientras presionaba su naipe contra el cuello, haciendo un ligero corte en este.
Power Hope sintió cierta alarma al percatarse de esto y, ocultando su preocupación, alzó con más orgullo fingido su sonrisa arrogante y disparó rayos por sus ojos que quemaron al instante la carta de Poker Face. Este último, apenas sintió el calor en sus dedos, miró al frente y ya tenía a Power Hope con su mano al frente a punto de hacer un golpe con resorte, que lo dejó inconsciente en cuanto sus dedos se separaron.
Poker Face abrió los brazos para caer al suelo, soltando a Sarah, entonces Power Hope la tomó por la cintura y esta asintió con alegría, diciendo.
—Señoras y señores… ¡Power Hope! — Y todos alrededor vitorearon al héroe mientras el camarógrafo lo enfocaba para grabar de mayor cercanía como presumía sus músculos.
Todo esto era observado, a la mañana siguiente por un chico muy flaco, un saco que le ensanchaba tanto los hombros que parecía irreal, una corbata muy mal amarrada color verde, una camisa sucia y un pantalón que debajo del cinto se dejaba ver que era por lo menos 2 o 3 tallas mayor que la suya. Su mirada estaba perdida en la televisión mientras veía el reportaje de aquel momento tan emocionante vivido solo una noche atrás.
—La tenemos en oferta, por si gustas sacar crédito. — Le dijo el empleado de la tienda “Continectra” donde se encontraba, en su mano tenía un teléfono, aún con el plástico protector puesto y una tirita de papel detrás que protegía el logo de un pato de hule con antifaz y capa.
—Gracias, pero estoy bien. — Contestó desanimado el chico antes de salir de la tienda, la cual estaba situada en medio de un mercado muy poblado de gente, el ruido parecía golpear los oídos del joven, gritos ofertando cosas y gente peleándose con los vendedores, incluso niños jugando, uno de ellos pasó por el lado del joven e intentó arrebatarle la mochila que tenía en su otra mano.
El chico se metió el teléfono a su bolsa del pantalón y comenzó a pelear de forma breve, pues en cuanto sintió forcejeo, el niño soltó la mochila para seguir corriendo.
—Maldito niño… ojalá Power Hope hubiera estado ayer aquí y no en Veracruz… así no me habrían asaltado apenas llegué a la Ciudad de México. — Renegaba para sí mismo mientras caminaba rumbo a las jardineras de un edificio colosal, con forma de triángulo invertido, paredes de ventanas y en letras amarillas gigantes, la frase “Organización Internacional de Protección contra los Super, OIPS”. Se sentó el chico y digitó números en aquel teléfono que traía desde que partió de Continectra.
—¿Mamá? Hola, siento no hablarte. — Comenzó hablando al teléfono el chico tras ser respondido.
—Raymundo, ay que alivio, me preocupó mucho que no avisaras que habías llegado a la CDMX. — Contestó una voz muy quebradiza de mujer, pero a la vez muy aliviada.
—Asaltaron el camión a unas cuadras de la central, saqué un nuevo teléfono en Continectra, ya veré como lo pago.
—Ay mijo, fíjate, apenas llegaste a esa ciudad y ya pasaron cosas malas, ¿Estás seguro de esto? — Expresó con temor la madre de Raymundo.
—Yo… yo no tengo futuro, mamá, no sé ni lo que quiero, pero quiero ayudar a Liliana porque ella si sabe y por eso debo ayudarla.
A través de la bocina, se escucharon jadeos que hicieron que Raymundo se presionara el pecho y se mordiera la lengua para contestar.
—No llores, solo estaré fuera unos meses y me las traeré a vivir aquí, para que tengan mayor comodidad y…
—No mereces estar pasado por esto, Raymundo…
—Pero es lo que me tocó… — Contestó con aire de resignación. —Y es lo que elijó. En un ratito abrirán la puerta de la OIPS y me inscribiré para tomar el entrenamiento… viviré aquí mismo, así que podrás ahorrarte lo que gastabas en mí. Te quiero mucho, ¿Sí?
Y entonces colgó para ahora sí, entrar en el programa de entrenamiento y reclutamiento de la OIPS, para el cual, Raymundo estaba completamente preparado, había estudiado hasta el más minucioso detalle de todo lo que englobaba la teoría que enseñaban dentro de la organización y conocía también la rutina de entrenamiento. Raymundo pasó los próximos tres meses asegurándose de contestar cada examen, lo justo de respuestas correctas e incorrectas, así también, puso el mínimo esfuerzo a las pruebas físicas, tan poco que, al finalizar el entrenamiento, su cuerpo apenas si había cambiado un poco, comparado con sus demás compañeros que apuntaban al más alto rango. No sentía vergüenza, siempre fue su plan desde el principio.
—No puedo creer que funcionó. — Decía Raymundo al teléfono.
—La verdad es, que me sorprende que haya resultado, por un momento creía que te terminarían regañando o echando por hacer lo que hiciste… pero me alegra, amigo. — Respondía otra voz al teléfono, era más ligera y confiada que la de Raymundo.
—Gracias Jerome, prometo ir a visitarte pronto para contarte como me las ingenié para responder siempre la cantidad de respuestas para pasar jaja, oh y no te he contado de mi traje, es…
Se solicita a los participantes de la graduación del programa de reclutamiento dos mil veinticinco, acudir al auditorio principal.
—Ahhh… Lo siento, Jerome, yo…
—Está bien, da un buen espectáculo, Soldado Mata.
Y entonces tras colgar esa llamada, la ceremonia comenzó. Un gigantesco estadio en el centro del edificio, en el cual adaptaron varias tarimas con letreros gigantes de distintas letras: C, B, A, S y una última con un escudo de los 5 continentes, sobre las cuales se subían decenas de personas.
Raymundo partió rumbo a la plataforma C, donde había varias personas con cara de frustración, otras con cara de resignación, el único que parecía estar emocionado de estar en esa posición, era Raymundo y así con orgullo recibió su medalla en el pecho con una enorme “C”, en ella. Encima de las gradas, las cuales se encontraban a varios metros de altura para conectar con el resto del edificio, se encontraba una mujer de vestido blanco, cara redonda y mirada cansada animando con todas sus energías y gritando el nombre de “Raymundo Mata”, atrás de ella y aún más histérica, una versión aniñada de la misma mujer gritaba con toda la fuerza que unos pulmones de 14 años podían gritar, tanto que incluso llamaron la atención de un par de personas, incluido el propio Raymundo, quien ignoró los comentarios despectivos de las demás personas y las miró atentamente.
“Les prometo que saldremos adelante y les prometo poner todo de mí para lograrlo… Mamá… Liliana”. Pensó para sí mismo mientras miraba con cariño a su familia.
—¡AAAAAATENCIÓN! — Se escuchó un grito muy estruendoso que hizo callar a toda la multitud. En las pantallas que estaban a los 4 puntos cardinales del estadio, se apreciaba un hombre de gran tamaño, con traje color negro lleno de medallas e insignias; su pecho era tan grande que parecía musculoso de caricatura, su mentón era tan pronunciado que ocupaba casi toda su cara y sus ojos se escondían en su gorro de plato que tenía las siglas de la OIPS bordadas.
—Para los que no me conocen, soy el Coronel Antonio Levi, comando el batallón de la OIPS – México. A lo largo de estos meses, ustedes han aprendido, se han esforzado y han logrado completar el programa de reclutamiento de la Organización Internacional de Protección contra los Super, ganando con esto, no solo mi reconocimiento, sino el permiso para operar internacionalmente en pro de la justicia y la seguridad de aquellos que no pueden ser salvaguardados por los que el pópulo decidió llamar “Superhéroes”. — Levi mencionó esta última frase con cierto tono de desprecio, cómo si no le gustase la palabra.
—Nosotros somos el cobijo que mantiene protegido al pueblo de aquellos que, por una ventaja evolutiva y genética, se sienten por encima de la ley. Todos y cada uno de ustedes han jurado proteger y servir, no a la nación en la que viven, sino al mundo, todos los presentes, a partir de hoy, también son considerados… ¡Héroes!
Al son de esta última frase, se escuchó un vitoreo de unidad por parte del público, todos los presentes estaban emocionados. Ya fuera porque se llamaban “Héroes” a humanos o por la simple emoción que evocaba el carisma de Levi al hablar.
—Porten con orgullo sus medallas y espero escuchar muchas cosas buenas de ustedes en el futuro.
—Quiero dar una especial mención al Sargento De la Torre, el miembro más joven del escuadrón Continental y actual diligente coronel. Este escuadrón dará su vida en pro de la protección internacional al pelear contra aquellos que alguna vez formaron parte del equipo de superhéroes más grande de todos, The Five Continents. Ellos arriesgan su vida al pelear contra aquellos que tuvieron el nivel para entrar en un equipo tan exclusivo y prevenir que, en un giro dramático, se vuelvan malvados y tomen posesión del mundo.
—Y, por último, quiero pedir un aplauso para el Segundo Sargento, Pherp Owoe, por llamar la atención al héroe más reconocido a nivel internacional: Power Hope, sin importarle salir en televisión nacional.
Acto seguido, en pantallas se empezaron a proyectar imágenes de la entrevista que dio Power Hope hace 3 meses tras salvar a una periodista de Poker Face, en ella, mientras Power Hope presume un poco de lo fácil que fue para él detener el crimen, se ve llegar al mismo hombre que le entregó la multa, para repetir su acción, pues durante su vuelo, la multa había caído de su cinturón color dorado. Un momento bastante incómodo para Power Hope.
Tras varios momentos de risas y sonrisas incómodas por parte de Pherp en las tarimas, se dio por concluido el evento de graduación y cada uno de los nuevos integrantes de la OIPS se reunieron con su familia, Raymundo incluido.
—Me tardé dos semanas diseñando mi traje, al parecer pedí muchas cosas que no son comunes entre miembros de la organización. — Presumía con orgullo Raymundo. —Hubo cosas que no existían, pero ayudé a crearlas mandándoles cartas con modelos matemáticos o moleculares.
—Ay mijo, ¿Ves que si tienes futuro? Tienes un cerebrote con el que seguramente harás grandes cosas. — Contestó la mamá de Raymundo mientras le alborotaba el cabello.
—Pero tu equipo si es seguro, ¿verdad? Es bueno que me ayudes, pero tampoco quiero quedarme sin hermano por algún villano super super fuerte. — Dijo Liliana, su hermana, mientras simulaba que peleaba con Raymundo, el cual le siguió el juego con entusiasmo.
—Por supuesto, todo mi equipo está hecho para no recibir daño y también planeo pelear lo menos posible. Ayudaré en lo que pueda, solo quiero completar mis encargos y cobrar para mandarles dinero y que puedas terminar la secundaria sin ninguna preocupación por la prepa. — Le contestó Raymundo mientras imitaba el movimiento de su madre al sacudirle el cabello a su hermana, viéndose algo gracioso, pues su madre casi se puso de puntillas para alcanzarle la cabeza.
“Ja ¡ja!”, gritó su teléfono con la voz de Power Hope, era su tono de notificación que encendió la pantalla del dispositivo, mostrando una breve notificación de la aplicación de la OIPS. Raymundo la miró con curiosidad, pero pulsó en ella para ver el contenido. La app abrió y mostró un mensaje que encuadraba una foto del coronel Levi, junto con el texto:
“¡Recluta!
Has concretado tu proceso de entrenamiento y graduación, finalmente estás listo para empezar a recibir misiones. Acércate mañana al tablero número 35 – 50, donde se distribuirán las misiones de clase C, asignadas a tu rol.
Recuerda que se mostrarán las fotos de los Super a capturar junto con su recompensa, no te quejes si la recompensa es baja, algunos servicios tendrán ayuda de héroes.”
—¿¡Mañana?! — Gritó con susto y asombro Raymundo.
—Entonces ya nos vamos mijo, tienes que ir a descansar y prepararte, aparte mañana tu hermana tiene clases y tengo que ir a trabajar.
Después de eso, Raymundo acompaño a su mamá y hermana a la Central Camionera “La Continental” para darles una cálida despedida y mantener la esperanza a que pueda darles un futuro mejor.
Esa misma noche, mientras todos dormían, se encontraba el coronel Levi disfrutando de su quinta taza de café caliente de la noche, se escuchaban patrullas y el extraño “Boing” que producen los brazos estirables de “Megalastic Man”, un superhéroe local. Leía el periódico con tranquilidad cuando unos pasos se escuchaban a través del pasillo que estaba fuera de su oficina, cuando de golpe un sujeto chaparro, rechoncho, con piel escamosa, nariz filosa de reptil, ojos amarillosos y cuernos que para nada combinaban con su traje amarillo entró empujando con entusiasmo nervioso la puerta de madera.
—Co- coronel Levi, me-me dijeron que-que me ha lla-llamado. — Tartamudeó el hombrecillo con timidez.
—Por Dios Jeremías, no porque los mutros tengan los mismos derechos que los hombres, te tienes que tomar las mismas libertades de pecar que ellos. Te hablé hace veinticinco minutos, ¿Dónde estabas?
—Co-coronel Le-Levi creo que su-su comenta-tario no… — Intentó protestar Jeremías pero fue interrumpido por la militante voz de Levi.
—Lo sé, mi comentario fue desatinado y fuera de lugar y me disculpo, ahora, no tengo tiempo para discutir la política social de los mutros. ¿Tienes los papeles de los nuevos miembros de la Organización? Necesito subirlos al sistema y la puerta se abre a las 6 de la mañana.
—Lo-los estaba orga-ganizando y por eso-so tardé en lle-llegar, señor. Ahora vu-vuelvo con ellos. — Replicó Jeremías antes de salir corriendo apuradamente hacia su despacho, el cual era cinco veces más pequeño que el de Levi, en el cual se encontraba una pila de cuatro cajas repletas de papeles, las cuales agarró con prisa y se apretó contra el pecho para salir casi corriendo por el pasillo rumbo a la oficina del coronel.
Una tabla mal posicionada de entre el lujoso piso provocó que el pie de Jeremías se atorara y lo hiciera caer contra el suelo, regando todos los papeles, los cuales con gran velocidad y con ayuda de su gigantesca uña de perezoso reacomodó en su lugar.
—Ramirez, C; Juárez Maga-gaña, Continental… — Uno a uno, hasta que en menos de un minuto ya había reacomodado los casi mil papeles regados.
—Mal-maldita sea, ya sa-sabía que no debí-bía hacer esto desde un pri-principio. — Exclamó agarrando aire y limpiándose el sudor de la frente.
Apenas iba a dar un paso al frente cuando se percató de que aún había dos hojas en el piso que no acomodó. Entre jadeos dejó las cajas en el piso, aún ordenadas y tomó los dos papeles.
—Ra-Raymundo Mata… Ramiro Mata... Acabo de re-recordar mi doscientos setenta y tres no-nombres, ¿Cómo es posi-sible que estos se me-me revuelvan? — Expresó con frustración, más aún cuando vio que ambos papeles tenían una C en la esquina.
—Aver, u-uno era Continental y el-el outro rango C… estu-túpido sistema que so-solo imprime C… cla-claro, C de co-continental.
—Jeremías, ¿Estás cortando troncos para crear el papel desde cero o porqué tardas tanto? — Se escuchó con enfado la voz de Levi que hizo brincar de golpe a Jeremías, el cual se dejó ir por los nervios y puso ambos papeles en cajas al azar, entregándoselos a toda prisa.
—Sabía que podía confiar en ti, Jeremías, a pesar de todo, eres el único que puede recordar tantísima información como si fueras una computadora. — Expresó Levi intentando meter todo el orgullo posible en sus palabras intentando remediar su fallo anterior al hablar.
—Mu-muchas gracias coro-ronel. ¿Puedo irme a mi-mi casa?
—Por supuesto, ni que te hubiera comprado como los de hace treinta años Jaja. — Bromeó Levi, a lo cual solo recibió un silencio incómodo y un gruñido que tartamudeó Jeremías con cierto enfado.
Levi carraspeó la garganta antes de componer su postura de nuevo y decir con su seriedad que le acompañaba desde el principio.
—Puedes irte, Jeremías, gracias por todo. — Y entonces comenzó a escribir en la computadora a toda prisa mientras pasaba página por página, rellenando el mismo formulario de registro, una y otra vez.
Al día siguiente, se encontraba Raymundo en la larga multitud que se formó en la entrada del gran edificio de la OIPS. Portaba su uniforme color negro, lleno de bolsas, con un gran cinturón cargado de aún más bolsas, hombreras, coderas y rodilleras que lo hacían lucir como deportista extremo y un casco que le cubría toda la parte de atrás de su cabeza. En el cuello tenía una mascarilla, que iría en su rostro para cubrirle hasta la nariz, pero decidió doblar para respirar en la ciudad y unos lentes acomodados en la frente.
—No me chingues— Escuchó de forma chismosa Raymundo, prestando más atención al ver que la voz provenía de un sujeto alto de gran musculatura y un enorme bigote que era imposible de no ver. —Nos llaman el día en que los nuevos entran, cómo si no hubiera suficientes idiotas en el mundo.
—Tranqui brodi, si nos llaman es por algo, quiere decir que algo grueso pasó y nos necesitan a nosotros también. — Le respondió otro sujeto con lentes de sol que compartía musculatura con el primero.
Raymundo los seguía observando hasta que se percató que ambos portaban la medalla del escudo del planeta, ¡Eran continentales! Y su mirada se volvió tan fija que el primer hombre se percató, dando unos pasos al frente para ponerse en frente de él e intimidarle.
—Parece que tenemos admiradores, ¿Verdad pendejo? — Agregó de forma agresiva.
—N-no yo, solo… — Intentó excusarse Raymundo, pero su otro compañero llegó a salvarlo.
—Tranquilo Raúl, no te alteres. ¿Eres nuevo verdad? Soy Ángel, veo que tu insignia dice, “C”, eso es excelente, muchos recomiendan iniciar por Poker Face, siempre se escapa y creo que se escapó el mes pasado desde lo de Veracruz jaja — Raymundo estiró su mano para saludarle cortésmente, pero Ángel lo tomó más ameno y chocó los cinco.
—Ya te toca chico. — Le dijo Ángel, haciéndolo pasar dos lugares en la fila, el propio de él y el de Raúl, quien se mostró muy molesto ante este gesto.
—Soy Rob-erto, estoy aquí para guiarte a tu lugar de selección de misiones. — Dijo con entusiasmo un robot con forma humanoide color verde. Rob-erto, de forma robóticamente animada, escaneó la retina de Raymundo y lo guio adentro de las instalaciones.
Raymundo miró con cierta nostalgia a través de las ventanas el estadio donde fue la ceremonia, recordando también los entrenamientos y el como medía de forma minuciosa sus movimientos para no llamar la atención y quedar como el “Sujeto que es excelente en clase y malo en exámenes”.
—¡Por aquí! — Señaló el robot a una puerta totalmente sellada que solo se abrió a presión, dejando salir un poco de humo, algo que estremeció a Raymundo, incluso se le hizo excesivo para solo tomar un contrato y realizarlo de forma cotidiana.
Raymundo entró al cuarto y sintió la presencia de muchas personas, escuchó incluso algunos murmullos, pero no les prestó mucha atención. Escuchaba como la puerta se abría cada tanto, la intriga lo mataba y sobre todo la duda de porque hacer algo tan excesivo, si solo tomarían una simple misión. ¿Sería una especie de bienvenida extraña?
Una gran pantalla al frente encendió de golpe, la luz del monitor iluminó la habitación y dejó ver a 150 personas dentro. Raymundo era tan bajito a comparación de los demás y menos fornido que prácticamente no se veía. Su pánico comenzó a invadirle cuando vio al lado suyo a Raúl y Ángel, totalmente serios y prestando atención a la pantalla.
—¡Atención! — Gritó el comandante Levi, quien apenas iba entrando en escena. —Eh, ¿Está encendido? — Preguntó al analizar a profundidad la cámara, algo realmente incómodo de ver del lado del monitor. —Oh… Gracias.
—¡¡Aaaaatención!! Escuadrón Continental. Hoy tenemos una misión. — Gritó con mayor emoción esta vez. Al entender las palabras y la situación, Raymundo entró en pánico, intentó pedir ayuda, pero su cuerpo simplemente no se movía y de su boca no salían palabras.
“Mierda, ¿Continental? Esto no está bien, yo no pertenezco aquí”, Pensaba con miedo mientras Levi continuaba hablando por el monitor.
—Se ha reportado actividad sospechosa. El ex-miembro de The Five Continents, Blazerang, ha reportado actividad sospechosa en su ciudad natal, Sydney, centrado en su barrio de origen el cual ya ha sido evacuado para proteger la seguridad de los pobladores; el acto ha provocado la ira del Super y ha asesinado a cuatro personas. Según el informe dado por la OIPS de Australia, se envió un Pelotón para retenerlo, pero su furia ha sido tal que varios de los miembros fueron intimidados y otros directamente lastimados, por eso nos han solicitado ayuda, por fortuna, los tenemos a ustedes y también, a este gigantesco avión de combate que los transportará a todos. — Mientras terminaba de hablar, de a poco las paredes y techo del cuarto se iban desprendiendo, revelando estar en el aeropuerto de la OIPS y todo el pasillo que lo llevaba hasta la habitación había sido fabricada para dar esta fachada de entrada.
—¡Al avión, ahora! — gritó con firmeza Levi, órden a la cual los hombres acataron con un enorme “¡Sí señor!” que hizo eco en todo el aeropuerto.
Raymundo se acercó con timidez al coronel Levi para tratar de aclarar la situación, pero ni bien se le acercó el chico, Levi le miró con enfado.
—Señor Mata ¿Qué demonios hace?, tiene una misión que cumplir.
—Lo siento, creo que hubo una confusión y no…
—¿Tengo una mirada de confusión? ¡No! Tengo una mirada de que quiero que mis soldados acaten una orden y usted no la está cumpliendo. — le gritó con firmeza al tiempo que le agarraba del pecho para disimuladamente quitarle su medalla de bronce con una C en medio y colocarle una medalla continental de plástico plateado.
El coronel giró por los hombros a Raymundo y le dio un empujón agresivo para intimidar, cosa que funcionó porque un nervioso Raymundo que no entendía por completo lo que estaba pasando, procedió a correr junto con el escuadrón continental para subirse en el avión.
Este comenzó a avanzar y Raymundo echó más prisa, pero simplemente no lo podía alcanzar, su altura no era lo suficiente para permitir que sus pasos fueran más largos y su físico cedió muy rápido, empezando a sentirse cansado muy pronto. Algunos hombres le vitoreaban y daban ánimos, excepto por uno, Raúl, el cual le hizo un gesto con la ceja de que mirase a su izquierda.
Ángel tomó por sorpresa a Raymundo y lo levantó con un brazo para subirlo a sus hombros y ahora si poder correr más rápido que el avión, cosa que consiguió y en cuanto la puerta trasera de este se cerró, todos soltaron un grito victorioso y celebraron golpeándose entre ellos.
Raymundo no pudo evitar sonreír un poco por la adrenalina, pero rápidamente los pensamientos de lo que estaba ocurriendo volvieron a él.
—No sabía que eras continental. — le dijo Ángel dándole una palmada en la espalda que casi tira a Raymundo. —Perdón por juzgarte mal, juraba que había una “C” en tu placa, lamento la confusión. Por cierto, compañero ¿Cómo te llamas?
Raymundo no sabía cómo sentirse, así que con tono de ánimo para no arruinar el festejo, contestó.
—Mi nombre es Raymundo Mata. — y después de esto, se sentó en una silla a esperar lo que tuviera que pasar.Al poco tiempo, la compuerta se abrió y por radio se comunicaba el comandante Levi para dar instrucciones.
—Escuchen, ya estamos llegando, es una fría y lúgubre noche de Sydney, espero les gusten las vistas aéreas porque ahora mismo, tendrán que saltar. Tomen un paracaídas y procuren caer por los edificios altos de ladrillo que tendrán al frente, obviamente caigan en los techos, pero con cuidado, se dice que anda por ahí, pero no se ha localizado al sujeto.
Gracias al entrenamiento que recibió Raymundo, sabía operar un paracaídas, pero nada se sentía como ese momento, los nervios le recorrían las venas y el temor de saltar se mezclaba con el temor que le tenía a Blazerang.
—Yo tenía una figura de acción tuya cuando era niño… no te imagino matándome. — Dijo para sí mismo mientras varios de sus compañeros se arrojaban del avión.
—Vamos chico. — Le dijo Ángel, quien iba a saltar junto con Raúl, pero sorpresivamente lo que parecía ser un acto de consuelo al agarrarle el hombro, se convirtió en un empujón que lo arrojó al vacío y de sorpresa.
—¡Perdóname! Me dió la orden el coronel Levi. — Le dijo entre risas nerviosas a través de la radio mientras Raymundo intentaba estabilizarse.
Finalmente tras una caída lenta y varios quejidos de miedo por parte de Raymundo al ver algunas luces de fuego que salían de entre los edificios, logró aterrizar en el techo de uno de ellos, el piso estaba repleto de grava y pudo sentir como alguien más se detuvo con él, pero no le puso mucha atención, pues la silueta de Blazerang se encontraba frente a él a lo lejos.
Esa noche, el chico que planificó todo, que calculó a detalle cada respuesta y fingió cada lesión para no participar en actividades físicas que lo pusieran por encima del equipo C, aquel cuyo único propósito era que su hermana tuviera el éxito que el no sabía como conseguir... Ese chico que intentó burlar al destino, hoy se encontraba ante la amenaza más grande que un humano pudiera enfrentar, el es Raymundo Mata.
Fin.